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Phineas Gage era un
trabajador en una empresa constructora de ferrocarriles en EE.UU, su caso se
considera histórico en el estudio de las
bases biológicas del comportamiento. Sufrió un accidente laboral cuando manipulaba
explosivos, en 1848, una barra de acero le atravesó el cráneo, introduciéndose
por la mejilla y saliendo por la parte superior de la cabeza. Sorprendentemente,
sobrevivió al accidente, Phineas se mantuvo consciente a pesar de que la barra
le atravesó la cabeza, pudo hablar y caminar y a los pocos meses parecía
totalmente recuperado, pero su conducta
cambió completamente, pasó de ser una persona seria, trabajadora y
responsable a ser maleducado, mostrando conductas deshinibidas, malgastó sus
ahorros, perdió sus trabajos y no podía
distinguir entre las decisiones trivales y las importantes.
El estudio de este
caso proporcionó evidencia científica de que la lesión de los lóbulos frontales podía alterar
aspectos de la personalidad, la emoción
y la interacción social. Phineas podía realizar razonamientos intelectuales correctamente pero no podía aplicarlos en su vida diaria, cuando intervenían sus emociones. Su lesión
afectó a las funciones
ejecutivas, que son aquellas que nos permiten dirigir nuestra conducta
hacia un fin e incluyen la capacidad para planificar, llevar a cabo y corregir
nuestra conducta. Concretamente, cuando
hay una lesión en la corteza prefrotal ventromedial, CPFvm, por accidente o enfermedad, se conserva la
capacidad de valorar con precisión el significado de situaciones concretas,
pero dañan las funciones que implican reacciones
emocionales para guiar la conducta y
controlar las reacciones en el contexto social, como le pasó a Phineas Gage.
El 13 de septiembre de 1848, Phineas P. Gage se transformó en un
instante de un responsable capataz del Ferrocarril Rutland y Burlington
en un paria marginado y soez que era incapaz de soportar su vida como marido y
como padre. El medio de esta remarcable transformación fue una barra de hierro
de 3 centímetros de grueso y 109 centímetros de largo que atravesó el cerebro
de Gage tras un grotesco accidente con pólvora negra. Aquel día, Gage estaba
trabajando en la voladura de rocas. Primero, taladraban un agujero en la
piedra, luego echaban pólvora negra en el agujero y colocaban una capa de arena
fina sobre la pólvora antes de que el explosivo se apisonara en su sitio con
una barra de hierro. El día en cuestión, Gage, entretenido en una conversación,
no comprobó si su asistente había colocado la arena encima de la carga y empezó
a golpear directamente con la barra sobre la pólvora. La explosión le dejó
aturdido pero no le mató. De forma llamativa, Gage vivió 12 años más tras su
transformación, pero el accidente pareció privarle de todo sentido moral. Se convirtió
en un vagabundo, asumiendo trabajos temporales en granjas y atracciones de
feria. Trabajó como conductor de diligencias en Chile –disfrutando una breve
vuelta a la normalidad— uvo una recaída y volvió con su familia en los Estados
Unidos. Cuando murió en 1860 fue enterrado con la barra que cambió su vida.”
Jesse Glass, de su obra “La pasión de Phineas Gage y otros poemas”.
Tras trabajar en varias granjas Gage
fue exhibido en el circo, en el que enseñaba orgulloso su herida y la barra de
hierro que la provocó. Actualmente tanto el cráneo como la barra de hierro se
conservan en el museo de la medicina de la Universidad
de Harvad. Hoy día la neurociencia no necesita estudiar casos como este gracias a los avances en las técnicas de neuroimagen como la resonancia magnética nuclear o la tomografría axial computerizada TOC que ofrecen imágenes en directo del cerebro mientras se realizan acciones o pensamientos.
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