Los sentimientos de depresión, si bien pueden cumplir funciones adaptativas como recabar la atención de los demás, construir un modo de comunicación en situaciones de pérdida o separación, o un modo de conservar energía para hacer frente a posteriores procesos de adaptación, cuando se dan a un nivel de mayor gravedad pueden llegar a ser patológicos. En las últimas décadas se ha convertido en uno de los trastornos más comunes de la humanidad, como dijeron Perris y Klerman, los años cincuenta fueron la era de la angustia y la de los ochenta la de la depresión. Sin embargo, no basta sólo con sentirse triste o deprimido, expresiones que usamos casi a diario, para que se pueda diagnosticar un estado concreto como una depresión, son necesarios unos requisitos que son recogidos en los manuales DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales) y CIE (Clasificación internacional de enfermedades). Una persona deprimida presenta una serie de síntomas que pueden ser anímicos