O al menos esa es la teoría del prestigioso psicólogo Steven Pinker, profesor de la Universidad de Harvad.
En las últimas décadas hemos sido espectadores, y también telespectadores, de la violencia que hay a nuestro alrededor o en cualquier parte del mundo a diario, desde la segunda guerra mundial con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki hasta el genocidio de Ruanda en 1994 donde murieron en 100 días 800.000 personas, el 75% de su población. Ante esta negativa percepción de la humanidad Steven Pinker piensa todo lo contrario: la violencia está en declive y somos menos violentos que nuestros antepasados.
Por
ejemplo, tenemos la idea de que nuestros antepasados cazadores o recolectores
campaban por los campos y bosques de la Tierra y tenían una vida tranquila
dedicándose a cazar animales y recolectar fruta. Pero nada más lejos de la
realidad, según el arqueólogo Lawrence Keeley hace 10.000 años la tasa de morir
de forma violenta a manos de otro humano era del 60%. Se han contabilizado al
menos 20 catástrofes humanitarias antes de la Segunda Guerra Mundial peores a
ésta. A lo largo de los siglos esta violencia ha ido disminuyendo, la tortura ya
no es una forma de castigo, ni la mutilación, y la esclavitud se ha
abolido (al menos de forma legal).
Ya en
el siglo XX el número de muertos al año por guerra entre países ha pasado de
65.000 por años a menos de 2000 en la primera década del siglo XXI. El número de
guerras civiles, genocidios y asesinatos también ha disminuido en los últimos
cien años.
Entre
las razones para esta disminución de la violencia Pinker argumenta que antes
las sociedades y los estados eran más anárquicos, ahora se penaliza la
violencia mucho más que antes; el comercio hace que dependamos de los productos
de otros países y viceversa; también contribuye la mayor presencia activa de
las mujeres en la sociedad y el mayor conocimiento de otras culturas que
provoca una mayor empatía hacia los demás, junto a la mayor sensibilidad ante
la violencia.
Steven
Pinker ha publicado el libro “Los ángeles que llevamos dentro” para explicar y
convencernos de que cada vez somos más pacíficos y nos gusta menos la violencia,
aunque como él mismo dice, puede demostrar que la violencia ha disminuido en el
pasado hasta el día de hoy, pero que esto no significa que no pueda aumentar en
el futuro.
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