Los trastornos del comportamiento son los principales
motivos de consulta de causa no orgánica en los centros de salud y de consumo,
y de utilización de recursos sociales en la infancia. Con una frecuencia del 8
al 12%, se da más en niños que en niñas, en edades tempranas y con síntomas más
graves.
Los síntomas más comunes están relacionados con
comportamientos contrarios a los derechos de las otras personas y a las normas
sociales establecidas, que producen deterioro en la socialización y aumenta el
riesgo de retraso escolar.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico y debe realizarse
de manera precoz, ya que mientras más tarde se haga empeora el pronóstico. La
prevención reduce la probabilidad de aparición del trastorno o frena la
progresión de los síntomas.
En cuanto a la etiología o causa de estos trastornos hay
tres planteamientos: son un reflejo de la sociedad, un reflejo de la propia
naturaleza humana o son una expresión de un estado de enfermedad, posiblemente
la causa sea una interacción entre las tres.
Uno de estos trastornos es el TDAH, Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad, del que ya se habló en un post anterior. Otros dos trastornos, de los más frecuentes,
son el Trastorno Negativista Desafinate y el Trastorno Disocial.
El trastorno negativista desafiante.
Este trastorno tiene un patrón de comportamiento desafiante
hacia las figuras de autoridad, junto con discusiones, negativa a cumplir sus
responsabilidades y enfados con otros niños o con los adultos. Estas conductas
tienen que crear dificultades en varios contextos, en casa y en el colegio, por
ejemplo, durante al menos 6 meses. La
frecuencia es de entre el 3 y el 8%, y la edad de aparición está entre los 8-10
años, pudiéndose observar en edades más tempranas.
Son conductas típicas en este trastorno el comportamiento
hostil y desafiante dirigido
habitualmente hacia las figuras de autoridad, y son menos graves que en el
trastorno disocial, no apareciendo agresiones físicas ni transgresiones serias
de las normas. Se puede presentar junto a otros trastornos, siendo el más
frecuente el TDAH, de hecho, más de un 30% de niños con este trastorno
desarrollan con posterioridad un Trastorno Negativo Desafiante.
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