En estos tiempos de crisis se está acentuando el fenómeno de la generación sandwich: son aquellas personas de mediana edad, en los cincuenta y cinco aproximadamente, que teniendo que cuidar a sus hijos también tiene que cuidar a sus padres, por la longevidad alcanzada. Hace algunos años eran los hijos los que se marchaban de casa a los veintitantos, cuando encontraban un trabajo, ahora esta situación se está alargando, primero permanecen más tiempo para terminar los estudios superiores y después hasta conseguir el primer trabajo que les permita independizarse. Los padres de estos adultos requieren una ayuda especial, un apoyo emocional e instrumental como por ejemplo para hacer la compra, las gestiones en el banco o el cuidado de la casa y recurren a sus hijos que tienen que cuidarlos, algunas veces por solidaridad familiar, otras por reciprocidad y otras por obligación o por presión social, y en este caso especialmente las mujeres, que asumen su papel de cuidadoras en el seno de la familia. Este cuidado de la generación anterior puede afectar a la salud física y psíquica ante la acumulación de trabajo (también tienen su trabajo y unos hijos que cuidar) pero también puede ser una tarea satisfactoria de hacer lo que se debe hacer, llegando a ser reconfortante. Lo importante es saber afrontar el estrés, primero analizando las situaciones que lo producen y después mediante ayuda externa o el uso de recursos para evitarlo.
En estos tiempos de crisis se está acentuando el fenómeno de la generación sandwich: son aquellas personas de mediana edad, en los cincuenta y cinco aproximadamente, que teniendo que cuidar a sus hijos también tiene que cuidar a sus padres, por la longevidad alcanzada. Hace algunos años eran los hijos los que se marchaban de casa a los veintitantos, cuando encontraban un trabajo, ahora esta situación se está alargando, primero permanecen más tiempo para terminar los estudios superiores y después hasta conseguir el primer trabajo que les permita independizarse. Los padres de estos adultos requieren una ayuda especial, un apoyo emocional e instrumental como por ejemplo para hacer la compra, las gestiones en el banco o el cuidado de la casa y recurren a sus hijos que tienen que cuidarlos, algunas veces por solidaridad familiar, otras por reciprocidad y otras por obligación o por presión social, y en este caso especialmente las mujeres, que asumen su papel de cuidadoras en el seno de la familia. Este cuidado de la generación anterior puede afectar a la salud física y psíquica ante la acumulación de trabajo (también tienen su trabajo y unos hijos que cuidar) pero también puede ser una tarea satisfactoria de hacer lo que se debe hacer, llegando a ser reconfortante. Lo importante es saber afrontar el estrés, primero analizando las situaciones que lo producen y después mediante ayuda externa o el uso de recursos para evitarlo.
Comentarios
Publicar un comentario